«EL CUERPO ES UN LABORATORIO DE MIEDOS»
Lina Vila (Zaragoza, 1970) acaba de regresar a Zaragoza tras dos años en la Casa de Velázquez. En medio queda mucho trabajo, el premio Isabel de Portugal de pintura de 2003 y la muestra «Me llamo rojo», que hemos podido ver en el monasterio de Veruela, y sus nuevos trabajos para Salamandra Gráfica. Reproduzco aquí para los interesados el acta de una conversación con ella.
“El cuerpo también es un laboratorio de miedos”
¿Recuerda desde cuándo le atrae el arte?
-Desde que tuve la primera caja de colores. De inmediato fui a un taller de pintura de un familiar lejano. Fue un gran placer poder dibujar en una cartulina grande, usar las ceras, jugar con el color. A los ocho años dije: “De mayor sólo querré estudiar Bellas Artes”.
¿Le marcó especialmente la figura de su padre Pedro Vila?
Creo que sí, pero más tarde. Tiene un modesto taller de reparación de motores, es un aragonesista entusiasta, amante de su tierra, defensor de algunas tradiciones como la alfarería. Tenía una gran curiosidad por todo, pero tardé en darme cuenta. Es observador, ha leído mucho y es autodidacta. Hace poco descubrí que escribía poemas y que investiga. Acaba de presentar un vídeo sobre la sabina: tiene ideas utópicas. Todo ello ha sido un feliz descubrimiento.
Sigamos: ¿cómo fue su evolución?
Estudié aquí con Cano Peñarroya, que fue básico para mí: me enseñó a dibujar desde el clasicismo más absoluto, lo cual me sirvió para aprobar el ingreso en Bellas Artes en Barcelona.
¿Qué ocurrió en Barcelona?
Barcelona es uno de los lugares ideales para vivir. Me gusta mucho por su arquitectura…
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